DIEGO MARADONA
La historia de Maradona en Nápoles y las reacciones en la ciudad tras su deceso
Al Diez lo despiden en su segunda casa.La triste noticia sobre el fallecimiento de Diego Armando Maradona sacudió a todo el mundo. Obviamente el territorio argentino fue el más devastado, pero desde todos los continentes llegaron muestras de cariño y homenajes.
El segundo lugar más conmocionado fue Nápoles, ciudad que albergó al Diez como propio durante muchos años y generó un lazo irrompible con el mejor jugador de todos los tiempos.
Venerado como un Dios, en la ciudad italiana rápidamente marcharon para despedir al talentoso zurdo. El estadio San Paolo encendió sus luces en plena noche y sin actividad para homenajearlo. Además, enseguida se lanzó la propuesta en el club para que le pongan su nombre a la emblemática cancha.
¿Cómo fue su estadía en el sur del país europeo? El campeón del Mundo en 1986 arribó al Napoli el 29 de junio de 1984, a cambio de casi siete millones de euros. Llegó proveniente del Barcelona como una estrella mundial, pero con un paso sin tanto brillo en el Culé.
Diego fue presentado el 5 de julio ante 70.000 almas que ya lo admiraban. Sin haber jugado siquiera un partido, se daban las primeras imágenes de un escenario repleto y un amor incondicional que duraría toda la vida.
“Nápoles es mi casa”, afirmó en más de una oportunidad el astro albiceleste que levantó un equipo que no contaba con muchas alegrías y lo posicionó en lo más alto de Europa y del Calcio, codeándose por primera vez con los gigantes del norte. ¿Sus números en las siete temporadas en las que estuvo?
Los Celestes hicieron un equipo alrededor suyo y fueron campeones de la Serie A y Copa Italia en 1987 y también repitieron doblete en 1990. Además, obtuvieron la Copa de la UEFA 1989. Allí Maradona jugó 259 partidos, en los que convirtió 115 goles y repartió 77 asistencias.
El final del episodio Napoli en la vida de película que tuvo Pelusa no fue el mejor. En 1991 dio positivo de doping y luego se le encontraron pruebas que llevaron a una suspensión de 15 meses, en los que se alejó físicamente de la institución. Claro, perduró y continuará en la memoria de todos los napolitanos, que ya habían diseñado un sinfín de canciones, banderas y murales en su honor.