El amor fue más fuerte: Grace Kelly y el matrimonio que la alejó de Hollywood para siempre

Justo en el momento en el que su carrera se ubicaba en el punto máximo de gloria, Grace Kelly tomó una decisión que no cayó nada bien en el ambiente del espectáculo y terminó alejándose de las cámaras para siempre.

El nombre de la actriz es conocido por todos, porque es sinónimo de clase y elegancia. Fue una de las actrices más famosas de su época y gozó de una trayectoria corta pero plagada de éxitos.

Los primeros años de la década de 1950 fueron brillantes para la estadounidense. Todas las películas en las que participaba eran distinguidas y logró ganar su primer y único premio Óscar en la categoría de Mejor Actriz.

Se podía vaticinar que el futuro profesional de Kelly estaría lleno de victorias, pero ella decidió dar un paso al costado de la industria cinematográfica para convertirse en un miembro de la familia real de Mónaco.

En 1955, el mismo año en el que la estrella que se llevó a casa el galardón de la Academia por su labor en “The Country Girl”, se enamoró perdidamente del príncipe Raniero III de Mónaco durante un viaje a su país.

A partir de entonces, su carrera pasaría a un segundo plano para siempre. Filmó dos películas más luego de conocer a su amado, pero cuando él voló hasta la casa de la celeb en Filadelfia para pedirle matrimonio, tomó la decisión de ponerle un punto final al cine.

Pasó de ser una diva de Hollywood a un miembro de la familia real, y eso significaba que debía alejarse de las películas. Ella siempre expresó cierta inconformidad con la industria cinematográfica, pero el motivo por el cual tuvo que dar una paso al costado la excedía.

Al contraer matrimonio con el príncipe de Mónaco, la princesa debía acatar normas protocolares y deberse a su pueblo. Los habitantes de Mónaco no aceptarían que estuviera con otros hombres en pantalla, así que no le quedó más opción que retirarse.