El olivo, un árbol ancestral, ideal para tener en terrazas o balcones soleados

El olivo es un árbol que tiene gran historia en la Biblia y en la tradición judeocristiana. Fue introducido en Europa por los fenicios dedicados al comercio, allá por el 1050 a. C. Una vez allí, los griegos lo consideraron árbol mitológico y, en España, lo cultivaron para generar uno de sus productos emblemáticos.

Pero para la tradición cristiana, el olivo tiene un valor especial ya que en el Monte de los Olivos, en Jerusalén, fue donde Jesús se reunió con sus discípulos antes de que fuera llevado detenido por los romanos.

Pero, además, esta planta que puede alcanzar 15 metros de altura es muy valorada en América, donde llegó de la mano de los españoles y creció con fuerza en muchas tierras aptas para su cultivo, como son aquellas zonas con suelos calizos o salinas.

Si la propuesta es tener un ejemplar en casa, se deberán elegir macetas de gran tamaño para que crezca con suficiente espacio. Como sustrato se recomienda turba mezclada con grava o arena para lograr un buen drenaje. El olivo no es amigo de los suelos húmedos ni encharcados.

Debe estar al sol y soporta tanto el frío como el calor, sin problemas. Respecto al riego, los expertos en jardinería informan que no es necesario regarlo todos los días, sino que al inicio sí debe hacerse con cierta frecuencia para que pueda desarrollar las raíces. A medida que vaya creciendo, deberá regarse en períodos más espaciados. 

Olivos milenarios 

En ciertas zonas de España, es posible apreciar ejemplares de olivo de larga data. En Alicante, en la localidad de Villajoyosa, en un paraje llamado Ermita de Sant Antoni, se puede encontrar un ejemplar que ronda los 1.400 años de edad. Con el tronco retorcido y raíces enroscadas sobre la tierra, suele aún dar frutos.