GRAN DOLOR

Hace 25 años se convertía en mito popular: así se recuerda el legado de la talentosa Gilda

En el lugar donde perdió la vida, sus devotos van a pedir y a agradecer.
martes, 7 de septiembre de 2021 · 14:00

Es un rincón en medio la ruta 12 donde hace 25 años, un grave accidente automovilístico puso fin a la vida de una de las más importantes cantantes populares de nuestro país: Gilda. Y es allí donde cada día, sin excepción, alguien llega para orarle, pedirle o agradecer.

En la construcción que se hizo en el kilómetro 129 de esta fatídica ruta, se armó este santuario de la cantante más popular y venerada de la Argentina.

El mito de Gilda comenzó cuando empezaron a conocerse historias de milagros: desde una niña que le colocó un CD de la cantante sobre el pecho de su mamá enferma y se curó y otros que dicen que obtuvieron su  primer auto gracias a la intercesión de Gilda.

Más allá de las historias que abundan a lo largo de todo el país, lo cierto es que Miriam Alejandra Bianchi Scioli fue mucho más que una maestra jardinera que se dedicó a la música tropical. Estaba casada, aunque se separó cuando empezó con el tema de la música, y tuvo dos hijos.

Son muchos otros los casos en que dan a entender que los rezos dedicados a esta mujer permitieron a muchos sanar, avanzar, salvarse milagrosamente de alguna desgracia. En el lugar donde murió la cantante, hay un monolito y una cruz que fue el punto inaugural de la devoción que convoca a multitudes.

En el lugar donde murió, la gente deja todo tipo de objetos para manifestar su devoción. 

 

Otras formas de homenajear

Desde aquel trágico suceso que ocurrió ya hace un cuarto de siglo, la cantante recibió otros sentidos homenajes en versiones de sus temas y en la producción de una biografía que estuvo protagonizada por Natalia Oreiro, quien también la admiraba.

Por su parte, Daniel “Tota” Santillán, quien fuera conductor de televisión y productor de cuarteto y conoció de cerca la evolución, crecimiento y éxito de Gilda, sostuvo que era una artista "humilde que amaba la música".

Tenía solo 34 años cuando falleció. 

En el monolito crecieron las ofrendas y aquellos primeros presentes que se dejaron como agradecimiento pasaron a ser montañas de botellas, chupetes, zapatillas o cartas. Actualmente en este lugar están Carlos y su esposa Rita que reciben a los visitantes y esperan construir cabañas para poder alojar a los que se acerquen hasta el santuario.

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