Hambre o ansiedad: claves para identificarlas antes de atacar la heladera

En todo proceso de transformación, aparecen momentos de dudas, incertidumbre, ansiedad e, incluso, 'bajones', los cuales son importantes detectar y que tengas una guía para que vaya asesorándote en cada paso que des. Lo importante es diferenciar esa ansiedad con el hambre, porque quizás, muchas veces pensamos que tenemos hambre, pero, en realidad, no lo es. 

El apetito constante y fuera de lo común, puede ser una de las consecuencias de sufrir ansiedad. Seguramente te pasó irte a acostar, pero no podés dormirte porque estás pensando en comer, o tal vez te pasó que estás en tu casa y todo el tiempo querés comer algo.

Según dijeron algunos especialistas, cuando sufrimos un ataque de ansiedad, nuestro cuerpo reacciona generando sensación de hambre y, comiendo, nos sentimos mejor, llenamos ese vacío; pero claramente nos engañamos a nosotros mismos al hacerlo. 

Cuando estamos con hambre, a veces elegimos las opciones menos saludables y esto se debe a que los niveles de glucosa en nuestro cuerpo disminuyen junto con la alteración de las emociones y necesitamos de ella para recuperar el equilibrio. Es necesario identificar las señales que nos pueden indicar que podamos sufrir un trastorno, una vez identificado hay que intentar controlarlo. 

• Hacé ejercicio. La actividad física es una de las herramientas que hará que calmes esa ansiedad y comiences a segregar la hormona de la felicidad, que te hará sentirte mucho mejor e, incluso, a ser más conscientes.
• No saltees comidas. Según los especialistas, es ideal que comas varias veces al dia y que esos platos sean equilibrados. Si comes cada 3 a 4 horas, el organismo no sentirá tanta hambre y no se desquitará con el siguiente plato.
• Bebé más agua. Mantenernos hidratados es clave para controlar el hambre. Cuando sientas ese deseo de comer, probá tomando agua. Quizá era eso lo que necesitabas.