"La próxima voy y gatillo yo": Brenda Uliarte quiso volver a atentar contra Cristina Kirchner

En el marco de la investigación que se adelanta por el atentado a Cristina Kirchner, en las últimas horas se conocieron una serie de chats entre Brenda Uliarte y Gabriel Carrizo, horas después del ataque.

Durante las pericias que se realizaron al celular de Carrizo, se pudo conocer que este no solo estaría implicado en el ataque a la vicepresidenta, sino que Uliarte, tras el fallido intento de magnicidio, quiso volver a atentar contra Cristina Kirchner.

"La próxima voy y gatillo yo. Nando falló. Yo sé disparar bien, no me tiembla la mano", le escribió Uliarte a Carrizo, jefe de la banda de los copitos, poco después del ataque a Cristina Kirchner el pasado 1° de septiembre.

Asimismo, se conoció que, un día después del atentado, los imputados volvieron a hablar, donde Carrizo le pregunta a la novia de Fernando Sabag "¿Querés hacerlo?", y Uliarte le responde "Te juro que sí. Pero hay que pensarlo bien. Pasa que Nando no tiene mucha práctica. Le tembló el pulso".

Además, los dos capturados habrían hablado de cómo esconderse para huir de la justicia, ya que, para entonces, Sabag ya había sido capturado. En ese momento, Uliarte le aseguró a la prensa que nunca pensó que su pareja fuera capaz de atacar a la vicepresidenta y que, si hubiera sabido de sus planes, no lo hubiera acompañado hasta la residencia de la mandataria.

Tras el informe pericial que la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) realizó sobre el celular del jefe del grupo que comercializaba algodones de azúcar, se conocieron más de 23 mensajes incriminatorios contra Uliarte.

Asimismo, la conversación entre la mujer y Carrizo demostraría que este no solo conocía el plan de la pareja, sino que los encubrió, razón por la que hoy se encuentra detenido.

El rol de Gabriel Carrizo en el ataque

En las comunicaciones que sostuvo Carrizo a través de su celular después del atentado a la expresidenta, se conoció que mantuvo una conversación con su hermana Andrea, en la que confiesa que es el dueño del arma.

“El arma es mía”, dice el capturado y su hermana le responde: “No está a tu nombre, no te comas la cabeza, que no tiene sus huellas”. Después de eso, el hombre trata de buscar alojamiento con otros de sus allegados, pues habría descubierto que la justicia también lo investigaba.